17 de marzo de 2017

La distancia no hace el olvido.

En los momentos que me siento mal o que necesito escapar un rato de la realidad, cierro los ojos y recuerdo eso que tanto me gusta, la playa, mi playa. 700 km me separan de ella, de mil vivencias y recuerdos. Esa playa que me ha visto llorar de alegría o llorar de tristeza, la que me ha guardado los mayores secretos.
Ayamonte, el lugar del que os quiero hablar hoy. Allí donde he vivido parte de mi niñez, dónde he estado cada verano, de junio a septiembre y cada semana santa. 



Quien no lo conozca no puede saber que ese pueblo andaluz tiene un color, una gran playa, isla canela y un pueblo que se hace querer, pero no solo ellos sino su gente, mi gente.
He conocido a personas, de las cuales pocas se han quedado a mi lado, pero a su vez esas personas, aparte de regalarme bonitos momentos han hecho que pueda conocer a verdaderos amigos. 
Dicen que la distancia hace el olvido, que en muchos casos separa a personas, pero este no es mi caso, a mi me ha unido mas que nunca a ellos. La distancia hace que de verdad te demuestren si importas a alguien o tan solo eres un pasatiempo en ese momento. A los verdaderos amigos no hay que verles cada día o hablar cada segundo, sino que tienen que estar a tu lado cuando más los necesitas, y ellos pese a tantos kilómetros lo hacen.
Hoy tengo que darles las gracias a ellos, a los que hacen que cada día allí sea un bonito recuerdo y una gran experiencia vivida.



Belén Rodríguez

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