28 de febrero de 2017

El arte de enseñar

Cuando te preguntan "¿por qué quieres ser maestra?" O te dicen: “Has elegido magisterio, pinta y colorea, eso no es de estudiar”, entre otra multitud de más afirmaciones y preguntas.
Por ello siempre me paro a pensar y recuerdo ese primer día de colegio, todos los niños llorando porque quieren estar con sus madres y no quieren quedarse en un sitio desconocido. Pero de repente llega esa/e chica/o con una bata blanca, te tiende la mano y quiere darte cariño. Ahí comienza nuestra pequeña aventura, esa aventura de hacer amigos, jugar sin preocupación y poco a poco enseñar.
Mi madre siempre me ha contado una historia de cuando era pequeña, cuando llegaba a casa después del colegio me metía en mi habitación y colocaba a todos mis muñecos en el suelo, cogía la pizarra que me habían regalado y les daba clase a cada uno de ellos.
Después de unos años dando tumbos para saber cuál iba a ser mi futuro, qué es lo que iba a estudiar, llegaba siempre a una conclusión y es que iba a estar dirigido a los niños. En un principio enfermería dónde me especializaría en pediatría, pero después terminé entrando en el FP de Educación Infantil y sin duda acerté.
 Aún recuerdo ese primer día de prácticas, era 1 de septiembre, estaba nerviosa por lo que se acercaba, pero a la vez ansiosa porque iba a pasar un curso entero disfrutando y aprendiendo de los más pequeños. En ese año pude estar con todas las edades, empezando desde los bebés y terminando con los más mayores. Sin duda ha sido de las mejores experiencias de mi vida. Pude ver como un bebé de 4 meses iba creciendo poco a poco, dando sus primeros pasos y aprendiendo a comer. En la clase de 1-2 pude ver como esos pequeños niños aprendían a comer por sí solos y empezaban a hablar, aunque muchas veces ni entendieras que te decían. Y por último la clase de los más mayores con los que ya podías tener conversaciones más fluidas.
En esos momentos fue cuando me di realmente cuenta de que esto era a lo que quería dedicarme, a enseñar a los más pequeños a convertirse en grandes personas. Pero no solo eso, sino a aprender con ellos, ya que también son capaces de enseñarnos a nosotros.

Volviendo a la afirmación de “pinta y colorea” yo digo que no, que magisterio es enseñar valores y a desarrollarse como personas, gracias a los maestros hoy en día somos capaces de leer, escribir y ser como somos entre otras muchas. Por ello doy gracias a cada profesor que he tenido a lo largo de mi vida.

Belén Rodríguez  

La humanidad está en crisis

La historia que cuento a continuación es algo que viví el pasado domingo 26 de Febrero de 2017 entre las 00:30 y las 01:45. 

Sobre las 00:30 me encontraba en el primer vagón del metro, de camino a casa. El tren llegó a la estación Mendez Álvaro, y hasta ahí todo con normalidad. Pasaron como 2-3 minutos y el tren no retomaba el trayecto, cuando el maquinista dio un comunicado por el micrófono diciendo que el tren iba a estar parado unos minutos en la estación. Acto seguido, el maquinista salió de su cabina y se fue corriendo hacia los últimos vagones. Yo a raíz de ver esto, pensé que o se trataba de una avería o de que alguien había llamado porque se habría desmayado alguna persona.

Pasados unos minutos, la gente de mi vagón se empezaban a hacer preguntas y especulaban sobre que había podido pasar, hasta que un chico, que se subió en esa estación, contó lo sucedido. Al parecer, un hombre que estaba en el otro andén decidió bajar, por las escaleras que hay al principio del túnel, a las vías para orinar. Cuando este se encontraba allí, llegó el tren y lo único que pudo hacer ese hombre fue llevarse las manos en la cabeza, viendo en lo que se había metido. El tren llegó y el maquinista no pudo hacer nada. Es decir, "presencié" un atropello.

Al escuchar tal situación, sentí un agujero en el pecho y una angustia que no había sentido nunca. Las paredes del tren cada vez se iban estrechando más y necesitaba salir de ahí, con lo cual, salí al anden a coger aire.

Según salí, llamé a mi madre para contar la situación y que me dijera que hacer para volver a casa. Eso era lo único que quería; estar en mi cama, sintiéndome protegida y olvidando lo que acababa de pasar. 
Mientras mi madre me decía que saliera a la estación y me cogiera un taxi para irme, llegaron todos los de emergencias. Policías, gente del SAMUR, de protección civil, bomberos, etc. 

Durante todo esto, las personas que estaban en el tren, venían a ver que pasaba y muchos a ver si podían ver algo. Dado que no estaban dejando trabajar a los equipos de emergencia y que la situación era muy delicada, los policías comenzaron a desalojar la estación de metro.

Al salir a la calle, me sorprendió la cantidad de coches que estaban rodeando la salida. 6-7 coches de policías, 4 ambulancias, un coche de protección civil, un camión de bomberos, y según iban pasando los minutos, iban apareciendo más y más coches de todo tipo. 

A día de hoy, no se que ocurrió todavía realmente, ya que en la calle se especulaban muchas teorías, y no hay ninguna noticia que comente lo sucedido. Es verdad, que cuando me fui a casa en coche (más adelante cuento esa parte), solo quedaba ya una ambulancia y tenía las puertas abiertas. En el interior había un hombre, sentado en la camilla consciente. Sin embargo, no se si se trataba del hombre que estaba en la vía o era otro al que había entrado en shock después de todo lo ocurrido.


Más adelante, transcurridos unos 40 minutos y visto que todo el mundo estaba llamando para coger un taxi, no fui capaz de conseguir uno libre. Así que, finalmente, mi madre vino en coche a buscarme.

De camino, fui contándole todo lo ocurrido más detalladamente, y nos paramos en un semáforo. Estábamos tan tranquilas hablando, cuando nos dieron un pequeño golpe por detrás. Era ya lo que me faltaba para rematar la noche.

Me giré en el asiento todo lo que el cinturón me permitió. Estábamos 3 coches pegados. Mi madre se bajó a ver que había pasado, y al mismo tiempo se bajaron los que iban en los otros 2 coches.

En el coche de detrás iban 3 chicos, los cuales se bajaron agarrándose en cuello por el golpe. El conductor de este, se sacó el móvil del bolsillo para grabar lo sucedido. En el siguiente coche, se bajó un hombre enfadado e insultado sin parar. Esto último me descuadró un poco, ya que si él había sido el que lo inició, no entendía su cabreo. Así que decidí girarme más por si algo se me había escapado, y en efecto, así era. Había un cuarto coche, más separado de nosotros, con todo el morro destrozado, igual que en las películas.

Finalmente, a nadie le pasó nada, ya que a los que sufrieron el mayor golpe les saltaron los airbags y estaban perfectamente. Fue solo un susto en el que por suerte, nadie salió herido. Eso si, mi madre fue la única que se acercó a todos los coches a preguntar como estaban. 

Al rato, apareció la policía para coger los datos de todos y para realizarle un control de alcoholemia al conductor que no frenó. 

Como ni nosotras ni el coche sufrió ningún daño, en cuanto nos cogieron los datos pudimos irnos y llegar, por fin, a casa.


Todo esto, hizo que me hiciera unas cuantas preguntas:

1. ¿En que momento se le ocurre a una persona bajar a las vías de un tren a orinar?

Desde ese día me hago esta pregunta. Que se le debe de pasar por la cabeza a alguien para hacer algo así, y como nadie se lo impidió o fue a sacarle de ahí.

2. ¿Por qué la gente es tan cínica?

A la gente les encanta enterarse de todo y si pueden subirlo a alguna red social para crear expectación mucho mejor. En vez de dejar actuar, prefieren agolparse en un andén, con el móvil en alto y grabando el momento con el que conseguirán más seguidores. Creo que vivimos en una sociedad, donde cuentan más los "likes" que las vidas humanas.

Al igual que en el accidente de coche. En vez de primero ver que todos están bien, es mucho mejor sacarse el móvil para inmortalizar eso con un vídeo y subirlo con el nombre de: "Aquí en un accidente, mi coche está bien". Esto es mucho mejor que socorrer a alguien, donde va a parar.

3. ¿Por qué la gente es tan egocéntrica?

En el caso del tren, el chico que nos contó lo que había pasado, llevaba ya como 10 minutos montado en el tren esperando que arrancara. Acababa de vivir y de ver un atropello y a él lo único que le importaba era subirse a ese tren, en vez de avisar al maquinista o a emergencias. También, podía haber avisado a la estación por una maquina de emergencias que hay en los andenes, de que un hombre estaba en la vía, o simplemente haber convencido a ese señor de que no lo hiciera. 

Y en el caso del choque múltiple, todos se bajaron del coche a revisar cómo de abollado estaba este, cuando detrás había otro coche, con el morro partido por la mitad y con dos personas dentro. Si a esas personas las hubiera pasado algo, ellos todavía seguirían mojándose el dedo en saliva para quitar la rozadura al coche.


En resumen, creo que de las malas experiencias siempre se aprende. Pienso que antes éramos pocos humanos, y ahora con las nuevas tecnologías lo somos aún menos. Nos interesa mantener una serie de seguidores, a los cuales ni les importamos ni nos importan. Esto hace que cada vez nos volvamos más frívolos y nos dé igual el otro.

Necesitaba escribir esto, porque no dejo de darle vueltas a las cosas que viví y sentí ese día. De como yo sigo pensando en aquel hombre, pensando en que habrá sido de él, en que hubiera hecho yo si hubiera visto lo que iba a hacer, etc. Lo que si tengo claro, es que prefiero ayudar a la gente en la mayor medida posible, como me enseñó mi familia, a volverme una persona que solo vive y se preocupa por sí misma.


Guadalupe Chico

27 de febrero de 2017

¿Por qué educadora?

Puede que a mucha gente no le gusten los niños, no les aguanten o no tengan paciencia con ellos, y mucho menos trabajar con ellos. 
Para mí, el poder disfrutar día tras día con los más pequeños es todo un mundo lleno de alegría e ilusión. Son personitas que se están haciendo ellos mismos, formando su carácter, y cada uno totalmente diferente al resto. 
Los niños te sorprenden, a mí me sorprende lo inteligente que son, te alegran el día, saben explicarse, a pesar de llorar, lo único e indispensable es saber escucharles y dedicarles tiempo para que intentemos comprender lo que nos quieren decir, son capaces de decírtelo, son únicos. Y nadie puede negar que te llenan de alegría con sus risas. 
Tengo mucha suerte de poder tener esta oportunidad tan formidable de pasar tres mesecitos con los más pequeños. ME ENCANTAN. 

Esta reflexión la hice el año pasado mientras realizaba mis prácticas con los alumnos de 2-3 años, quienes te enseñan mucho más de lo que te imaginas y son capaces de grandes cosas. No me olvidaré de los niños y niñas de la clase de los lobitos. Quienes me enseñaron que esta es una profesión formidable, llena de satisfacción en la que tienes que poner mucha paciencia y dedicación, y sobre todo amor y alegría. 

Elena Vázquez

Para reflexionar...

 Parece mentira que estemos en el siglo XXI…


https://youtu.be/MxhKeOseu0c

Después de este vídeo hemos dado vueltas a cómo reflexionar sobre este tema y hemos encontrado una frase que refleja nuestro pensamiento: "Hemos aprendido a volar como pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos”.
Martín Luther King.

A pesar de que estemos en el siglo XXI hay cosas que tienen un proceso bastante lento o que incluso no quieren avanzar, por ello es tan necesaria la educación, sumado al hincapié que deben hacer las escuelas en enseñar en las aulas la importancia del respeto y la igualdad dentro de la sociedad, además de concienciar y contagiar a las propias familias en este respeto e igualdad, ya que nadie nace odiando a nadie.
En este aspecto se podría decir que los animales nos superan, ya que ellos viven en armonía aunque algunos sean depredadores y otros las víctimas,  puede llegar a convivir en armonía.

Después de este video y las noticias diarias que oímos o leemos en los medios de comunicación e incluso, presenciamos en las calles, somos conscientes de que nos queda tanto camino por recorrer…

Buenas noches...

Firmado: el grupo.

23 de febrero de 2017

Pisa fuerte y deja huella

¿Tacones o deportivas? Durante toda nuestra vida llevamos zapatos de todo tipo, muy altos, con plataforma, bajos, llevamos sandalias, deportivas, manoletinas, botas, botines, e incluso nos descalzamos. Pero por lo general, diariamente llevamos zapatos planos, como las deportivas. ¿Por qué? porque es lo más cómodo y se supone que tenemos que estar bien durante todo el día, aguantar subidas y bajadas de cuestas o escaleras, incluso correr para coger el tren. Esto lo hacemos nosotras mínimo dos veces por semana. 


Deberíamos poder llevar el zapato que quisiéramos a cualquier sitio o evento, pero en algunos sitios te obligan a ir en tacones como en discotecas o en algunos trabajos. 

En las discotecas se ha puesto de moda que no te dejan pasar si no llevas tacón, debe de ser que eres menos mujer por llevar otro tipo de calzado. Por tanto, en las discotecas las mujeres somos el producto, tienes que ir con tacones, bien vestidas y maquilladas (entre otros requisitos).En algunas pasas gratis porque así ganan clientela masculina, pero, pensarlo bien, en un sitio que entras gratis y no estas pagando por el producto, ¿no te conviertes tú en el producto? ¿somos las mujeres el producto? sería algo que deberíamos plantearnos. 


Por otro lado, la estética nos ha hecho creer que una mujer fina o elegante es la que lleva tacones y que, en cambio, una chica en chándal y zapatillas es marimacho o no se cuida la imagen (siendo esto lo más cómodo). Por ejemplo, ¿Qué te pones para ir a un bautizo, comunión, baile, boda, cenas, etc.? un tacón y muchas veces vestidos, si es una boda o un baile. ¿Por qué? porque es lo que se supone que tienes que llevar, para ir bien vestida o elegante. Generalmente, cuando queremos ponernos más arregladas de lo normal nos maquillamos, nos ponemos vestidos y tacones. Aunque una chica que se ponga una camisa o blusa y unos vaqueros va igual de elegante, en cambio siempre nos ponemos tacones, o por lo general. ¿Quién no se ha puesto unos tacones para alguna boda o cena? Prácticamente nadie. 



Respecto a los trabajos, hay algunos que todavía te obligan a ir en tacones, como norma e incluso te los proporciona la empresa. Sin embargo, en otros te dicen que elijas un zapato cómodo (cómo debería de ser en todos los trabajos, ya que en muchos de ellos tienes que estar muchas horas con ellos), y algunas veces te dicen que tienen que ser de un color determinado como el negro. 


Cuando nos descalzamos nos sentimos libres, porque nuestros pies no nos duelen, nada te roza, no están tapados o con cintas que les aprietan y dejan marca, están al descubierto. Cuando nos descalzamos es porque nuestro cuerpo nos pide contactar con la tierra, con el suelo firme, sentir nuestro pie entero, sentir totalmente desde él. Si no fuera así, ¿por qué nos descalzamos cuando pisamos la arena? ese placer que nos da sentir la arena en los pies (cuando no está muy caliente) y meter los pies en la arena húmeda en el mar y enterrarlos fuerte para que las olas no nos muevan ¿quién no ha hecho eso? esa es la sensación que deberíamos tener al ser libres de elegir el calzado que queramos ponernos en cualquier momento. La sensación de ponerte tus zapatos favoritos para lo que quieras. 


Firma: El grupo